Carlos V Mas Anecdotas Curiosidades - cabrobueno

martes, 25 de septiembre de 2007

Carlos V Mas Anecdotas Curiosidades


Aqui les dejo mas curiosidades y datos anecdoticos de este Rey Carlos V que tanto poder tuvo en su momento


Cierto día, mientras Carlos V dictaba a su secretario una carta, llegó un cajón de chorizos de Tordesillas. El anciano Emperador, dejó de dictar para dedicarse a la contemplación de semejante manjar. Y es que más que buen comer, era gula lo que le invadía.

Uno de los manjares de la zona extremeña de Yuste, más apetecible de Carlos V y que devoraba con más ansia era un tipo de perdiz de la zona, conservada a base de echarle orina en el pico.
El Emperador Carlos V tenía, también una gran afición por los relojes, era un apasionado de ellos. En el Monasterio de Yuste tenía una colección que era impresionante. Una vez mientras los observaba dijo:

- Ha sido posible unir bajo mi dominio a diez pueblos con distintas lenguas y culturas; y a estos relojes que les doy cuerda todos los días, no puedo hacerles tocar a todos a la misma hora.


Sin duda alguna, las pasiones de un Carlos V anciano eran el buen comer y beber, y sus relojes. Por otro lado, su carácter autoritario y caprichoso, también se agravó con la edad. Cada vez requería comidas más exquisitas y refinadas; y demandaba a su relojero Juanelo Turiano piezas más delicadas e innovadoras.

Carlos V además de estar aquejado por el mal de la gota, enfermedad de ricos y poderosos producida por los excesos de comida y bebida, padecía otras enfermedades que eran tratadas con brebajes de distintas hierbas y amuletos medicinales. Sin duda alguna lo más curioso es esto último.

El uso medicinal del amuleto consistía en cubrir con ellos para alejar la enfermedad:

- Piedra azul contra la gota.

- Piedras engarzadas en oro, contra las llagas supurantes.

- Brazaletes y anillos de oro, contra las hemorroides.

Su Majestad, Carlos V, fue el Emperador más poderoso de todos lo tiempos. Con él nada quedaba al azar y sus caprichos eran siempre satisfechos. Pues bien, en los últimos días de su vida decidió estar presente en su propio funeral, por lo que con el consentimiento de su confesor se celebró el velatorio o vigilia de difuntos y a la mañana siguiente la misa de Réquiem. Además, expresó el deseo de ser enterrado bajo el altar mayor de la iglesia del Monasterio de Yuste “de manera que el sacerdote al decir misa tenga sus pies sobre mi pecho y cabeza” en señal de eterna humillación.

Carlos V moría el 21 de septiembre de 1558, en sus plenas facultades mentales, determinando los cantos que quería oír, con el crucifijo que había tenido su esposa al morir en una mano y sobre el pecho, y un cirio en la otra.

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